Por Redacción TodayLat.news
En pleno siglo XXI, mientras la inteligencia artificial avanza y los telescopios exploran los confines del universo, miles de personas siguen consultando a tarotistas, hechiceros, santeros y astrólogos en busca de respuestas que la ciencia aún no les ofrece resurgiendo el mercado de la brujería y el esoterismo en América Latina.
El mercado de la brujería y el esoterismo en América Latina vive un auge sin precedentes en América Latina, impulsado por una combinación de crisis económicas, desconfianza institucional y la viralización de prácticas espirituales en plataformas digitales.
Según un informe de la firma de análisis Statista, el mercado de la brujería y el esoterismo en el mundo superó los 2.500 millones de dólares en 2024.
En países como México, Colombia, Venezuela y Argentina, el mercado de la brujería y el esoterismo se diversifica entre consultas presenciales, ventas de amuletos y velas, cursos en línea de tarot o astrología, y servicios de “limpias” energéticas a través de WhatsApp o TikTok.

Un fenómeno que mezcla tradición y modernidad
En América Latina, el mercado de la brujería y el esoterismo tiene profundas raíces culturales. Desde la santería cubana hasta los rituales andinos de la Pachamama o el espiritismo venezolano, el esoterismo no es una novedad. Sin embargo, su profesionalización y comercialización han cambiado radicalmente en la última década.
“La gente antes buscaba al brujo del barrio; ahora hacen videollamadas con santeros de otros países o siguen a videntes con miles de seguidores en Instagram”, explica Patricia Delgado, antropóloga especializada en religiones populares. “Esto no solo amplifica el alcance, sino que convierte la espiritualidad en un producto más del mercado”.
En sitios como Mercado Libre o Amazon se venden kits de brujería, cartas de tarot y velas rituales. Incluso existen marketplaces especializados donde se ofrecen “amarres garantizados” o hechizos personalizados. Algunos de estos servicios llegan a costar cientos de dólares y prometen desde recuperar a una expareja hasta mejorar la suerte en el juego o los negocios.
Entre la fe, el marketing y la desesperación: mercado de la brujería y el esoterismo
Las razones detrás del auge son múltiples. En primer lugar, la incertidumbre económica y social genera ansiedad colectiva. En contextos donde el acceso a salud mental es limitado o costoso, muchas personas optan por soluciones “alternativas”.
“Yo llegué al tarot por desesperación”, cuenta Daniela, una joven argentina de 28 años. “Estaba sin trabajo, con ataques de ansiedad, y una amiga me recomendó a una vidente por TikTok. Al principio dudé, pero sentí que me entendía más que un psicólogo”.
Además, el marketing digital ha sabido aprovechar las emociones del mercado de la brujería y el esoterismo.
Influencers esotéricos publican rituales “para atraer abundancia” en luna llena, ofrecen horóscopos semanales con estética profesional y generan comunidades virtuales donde miles de personas interactúan y consumen contenido constantemente.
Plataformas como YouTube y TikTok están repletas de lecturas de tarot en vivo, cursos gratuitos y testimonios de “milagros energéticos”. La estética mística, con cristales, inciensos y símbolos sagrados, también se ha convertido en una tendencia de diseño y moda.
Una economía informal, pero lucrativa
Aunque buena parte del mercado se mueve en la informalidad, su impacto económico es evidente. En ciudades como Caracas, Lima o Ciudad de México, es común ver ferias esotéricas, tiendas especializadas y templos improvisados en apartamentos. Algunos practicantes de la santería o el espiritismo llegan a cobrar tarifas similares o superiores a las de profesionales médicos.
La falta de regulación también ha abierto la puerta a estafas. Proliferan los casos de personas que pagan grandes sumas por rituales que no tienen resultados, o que son víctimas de manipulaciones psicológicas. Sin embargo, para muchos creyentes, la eficacia del ritual no depende del método, sino de la fe.
“Uno no va al brujo por lógica, va por esperanza”, dice Jorge, un comerciante colombiano que acude regularmente a un chamán en Bogotá. “No todo tiene explicación científica. Hay cosas que uno simplemente siente”.
¿Brujería o necesidad humana?
El auge del esoterismo en tiempos digitales plantea preguntas de fondo: ¿qué busca el ser humano cuando se entrega a estas prácticas? ¿Es un negocio que se aprovecha de la vulnerabilidad o una respuesta legítima a un vacío existencial?
Lo cierto es que, más allá del escepticismo, el mercado de la brujería y la espiritualidad alternativa sigue creciendo, adaptándose a las nuevas tecnologías y a las crisis contemporáneas. Y mientras haya preguntas sin respuesta, habrá alguien dispuesto a vender —o recibir— una señal del más allá.