La comida chatarra en las escuelas de México es un tema de salud pública, por lo que se prohíbe su consumo y hay muchas estrategias de “evadir” la norma.
En octubre pasado, la presidenta Claudia Sheinbaum informó cuáles serían los cambios en las escuelas a partir de este 2025.
Desde ese entonces, se anunció el adiós a la comida chatarra en las escuelas de México y se detalló que la medida entraría en vigor desde el 29 de marzo para dar oportunidad a los planteles de ajustarse a las nuevas medidas.
La justificación de prohibir la comida chatarra en las escuelas de México, la principal, fue mejorar la alimentación de los alumnos y evitar el desarrollo de enfermedades crónico degenerativas.

Comida chatarra en las escuelas de México
Sin embargo, a cinco meses del anuncio y desde el primer día de aplicación de la normativa, los maestros notaron la reacción de los estudiantes.
“Hubo alumnos que llegaron con mochilas más abultadas”, cuenta Patricia García, una de las maestras de la primaria.
Al salir al recreo, los maestros notaron que los niños tomaron sus loncheras o sacaron artículos de sus mochilas para preparar sopas maruchan, tomar refresco y hasta vender dulces.
En tanto, la cooperativa escolar se quedó sin clientela debido a la prohibición de la comida chatarra en las escuelas de México.
De vender tacos dorados, golosinas, refrescos y otros alimentos, Doña Leti cambió el menú por pepino, piña y frutas de temporada picadas. Para beber, solo ofrece agua embotellada; sin embargo, los alumnos no le compran más porque, aseguran, “nada está bueno”.
Ante la caída en las ventas de la cooperativa, Doña Leti dice que no le queda más que aguantar a que los niños y niñas se acostumbren al cambio o a que termine el ciclo escolar 2024-2025.
La situación no cambia con el sonido del timbre que anuncia el fin de las clases. Los vendedores que se instalan a las afueras de la primaria también cambiaron sus menús, pero han visto un desplome en ventas. Los alumnos se resisten a comprar fruta, tacos dorados o quesadillas.
“Nos dicen que se les antojan las papas, pero no podemos venderlas”, explica Rafael, quien solía vender refrescos, jugos, dulces y otras chucherías.
Previo a la entrada en vigor de la prohibición de venta de comida chatarra en las escuelas, los maestros fueron informados que deben promover el consumo de alimentos saludables entre los alumnos y explicar los motivos de la medida.
“No nos ponen atención cuando les decimos a qué se debe la medida”, asegura Guadalupe, una de las maestras que ha tratado de explicarle a sus estudiantes que los alimentos ultraprocesados implican riesgos para la salud.
Los maestros señalan que también han platicado con padres y madres de familia; sin embargo, la respuesta es que “cambiar el desayuno de sus hijos por algo saludable es más caro”.