El chicozapote (Manilkara zapota), también conocido como sapodilla, es un árbol perenne originario de las regiones tropicales de América, especialmente del sur de México, Belice y Guatemala.
Este árbol ha sido valorado durante siglos tanto por sus frutos dulces como por sus aplicaciones en la medicina tradicional y la industria.

Características y hábitat del chicozapote
El chicozapote puede alcanzar alturas de hasta 30 metros. Sus hojas son ovaladas y brillantes, mientras que sus flores son pequeñas y de color blanco. El fruto es redondeado u ovalado, con una cáscara áspera de tonalidades marrones.
Al madurar, su pulpa adquiere una textura suave y un sabor dulce, similar al caramelo.
Aunque es nativo de Mesoamérica, su cultivo se ha extendido a otras regiones tropicales del mundo debido a su adaptabilidad y valor económico.
Usos tradicionales y aplicaciones industriales
Históricamente, el chicozapote ha tenido múltiples usos:
Producción de chicle: El látex extraído de su corteza, conocido como chicle, fue utilizado como base para la fabricación de las primeras gomas de mascar. Esta práctica fue especialmente relevante en las selvas de México y América Central, donde los “chicleros” recolectaban el látex sin dañar el árbol.
Madera de calidad: La madera del chicozapote es densa y resistente, utilizada en la construcción y carpintería.
Medicina tradicional: Diversas partes del árbol, como la corteza, hojas y semillas, han sido empleadas en la medicina tradicional para tratar afecciones como diarreas, fiebres y problemas respiratorios.

Beneficios nutricionales del chicozapote
El fruto del chicozapote es una fuente rica en nutrientes esenciales:
Fibra dietética: Una porción de 100 gramos aporta aproximadamente 5.3 gramos de fibra, lo que favorece la salud digestiva y ayuda en el control del azúcar en sangre.
Vitaminas y minerales: Es especialmente rico en vitamina C y cobre, además de contener pequeñas cantidades de potasio, hierro y ácido fólico.
Compuestos antioxidantes: Contiene flavonoides y otros antioxidantes que pueden contribuir a combatir el estrés oxidativo en el organismo.
El chicozapote es un árbol de crecimiento lento que comienza a dar frutos entre los 5 y 8 años después de su plantación.
Florece y fructifica durante todo el año en condiciones óptimas. Su cultivo es sostenible, ya que puede integrarse en sistemas agroforestales que promueven la conservación de la biodiversidad y ofrecen ingresos a las comunidades locales sin necesidad de deforestar.
El chicozapote es más que una fruta exótica; es un recurso valioso con una rica historia cultural, múltiples aplicaciones industriales y beneficios significativos para la salud.
Su cultivo y aprovechamiento sostenible pueden contribuir al desarrollo económico de las comunidades tropicales y a la conservación de los ecosistemas donde prospera.