Hoy en TodayLat.News te contamos la historia detrás del primer negocio de Carlos Slim, una aventura empresarial que marcó el punto de partida del multimillonario mexicano antes de construir su emporio con empresas como Telmex, Telcel, Inbursa o Grupo Carso.
Mucho antes de ser considerado uno de los hombres más ricos del planeta —con una fortuna que supera los 100 mil millones de dólares—, Slim fue un joven inversionista que decidió dar un paso más allá del mundo financiero y entrar en el terreno de la gestión directa de empresas. Esa decisión lo llevó a comprar una pequeña embotelladora llamada Jarritos del Sur, el proyecto que definiría su estilo para hacer negocios.
Jarritos del Sur: el primer negocio de Carlos Slim
Durante una entrevista en el podcast Cracks, conducido por el empresario y creador de contenido Oswaldo “Oso” Trava, Carlos Slim recordó cómo fue su primera experiencia como empresario.
Con apenas 25 años, el ingeniero mexicano decidió invertir en un negocio tangible, con empleados, proveedores y consumidores. En 1965, adquirió la Embotelladora Jarritos del Sur, una planta ubicada en el estado de Morelos.
La oportunidad surgió por medio de un conocido de su hermano, quien le propuso invertir en la empresa. Tras analizar las finanzas y el potencial del negocio, Slim decidió participar comprando el 40% de las acciones, mientras que su hermano tomó otro 40% y un socio adicional el 20%.
“Hasta 1964 había estado invirtiendo toda mi vida. En 1965, en lugar de inversiones, empiezo actividades empresariales. Fue natural, estaba planteado”, explicó Slim en la entrevista.
Esa compra marcó el inicio de su faceta como empresario operativo, no solo inversionista. En Jarritos del Sur aprendió sobre distribución, manejo de inventarios, relación con trabajadores y proveedores, y sobre todo, la importancia de identificar fallas y corregirlas a tiempo.

Las lecciones que dejó Jarritos del Sur a Carlos Slim
Aunque no se trató de un negocio millonario, Jarritos del Sur fue el laboratorio empresarial en el que Slim desarrolló su filosofía de diversificación y su capacidad para convertir problemas en oportunidades.
El empresario explicó que su objetivo nunca fue concentrarse en un solo negocio, sino crear varios proyectos de menor tamaño que le permitieran tener un equilibrio financiero y más opciones de crecimiento.
“Pensé que era mejor tener diez negocios de a uno que uno de a diez”, señaló el magnate.
Las dificultades no tardaron en llegar. La embotelladora enfrentó problemas logísticos y operativos, lo que obligó a Slim a involucrarse a fondo para mantenerla rentable. Pero lejos de desanimarse, entendió que los obstáculos eran parte del proceso y que cada error era una fuente de aprendizaje.
Esa experiencia coincidió con la creación de Inmuebles Carso e Inbursa, empresas que más tarde se convertirían en pilares de su fortuna. Jarritos del Sur fue, por tanto, el primer paso en la construcción del imperio Slim.
No, Carlos Slim no fue dueño de la marca Jarritos que todos conocen
Es importante aclarar que Jarritos del Sur, el primer negocio de Carlos Slim, no tenía relación con la marca Jarritos, famosa por sus refrescos de sabores tradicionales como tamarindo, mandarina o jamaica.
La confusión surge por la similitud en el nombre. La marca Jarritos original nació en 1950 en Guadalajara gracias al químico Francisco “El Güero” Hill, quien creó una bebida inspirada en las aguas frescas mexicanas.
Jarritos creció hasta convertirse en una de las marcas de refrescos más populares del país, con campañas icónicas como “¡Jarritos, qué buenos son!” y una expansión internacional que comenzó en 1988, consolidándose en Estados Unidos bajo el Consorcio AGA.
Por su parte, Jarritos del Sur fue una pequeña planta regional adquirida por Slim en los años sesenta, sin conexión comercial con la popular marca. No obstante, ese emprendimiento sirvió como su primer campo de entrenamiento empresarial.
La influencia de su familia en la mentalidad empresarial de Slim
Carlos Slim Helú ha dicho en varias ocasiones que su mentalidad como empresario viene de su padre, Julián Slim Haddad, un inmigrante libanés que llegó a México a inicios del siglo XX y fundó la mercería La Estrella de Oriente en la Ciudad de México.
Desde niño, Carlos aprendió el valor del dinero, la administración y el control financiero. Su padre le enseñó a llevar libretas con balances de gastos, un hábito que mantuvo toda su vida.
“Mi papá me descontaba dinero si las cuentas estaban rayadas”, recordó entre risas.
De adolescente, Slim montó su propia tiendita en casa, a la que llamó El Cielo. Allí vendía dulces y juguetes comprados directamente a fabricantes. Esa pequeña experiencia fue su primera práctica real de comercio, donde aprendió sobre márgenes de ganancia, rotación de inventario y comportamiento del consumidor.
A los 11 años compró su primer bono del gobierno, a los 12 abrió su primera cuenta bancaria, y a los 15 ya hacía balances personales. Poco después fundó su propia casa de bolsa, Inversora Bursátil, donde se especializó en analizar empresas y detectar oportunidades.
La metodología empresarial de Carlos Slim: comprar, mejorar y multiplicar
El primer negocio de Carlos Slim también fue el origen de una estrategia que ha replicado a lo largo de su vida: comprar empresas pequeñas o en problemas, mejorar su operación y volverlas rentables.
Este método se reflejó en adquisiciones posteriores como Cigatam y Telmex, compañías que enfrentaban crisis financieras y que Slim logró transformar.
En el caso de Telmex, el empresario detectó una red obsoleta y un servicio deficiente. A través de inversiones a largo plazo, modernizó la infraestructura, redujo deudas y expandió la cobertura telefónica en todo México.
Esa fórmula, conocida como el “Plan Gillette”, consiste en adquirir compañías con potencial oculto, invertir en su eficiencia y generar valor sostenido. El mismo principio aplicó con Telcel, donde el modelo de prepago y la expansión de la red lo convirtieron en líder en telecomunicaciones de América Latina.
De Jarritos del Sur a Grupo Carso: el inicio del imperio Slim
El aprendizaje en Jarritos del Sur demostró que la grandeza de un empresario no depende del tamaño de su primer negocio, sino de su visión para hacerlo crecer.
Slim entendió que el capital por sí solo no garantiza el éxito; lo que realmente genera valor es la capacidad de resolver, innovar y tomar decisiones con visión de largo plazo.
Hoy, Grupo Carso abarca sectores tan diversos como telecomunicaciones, construcción, minería, comercio, finanzas y energía. Pero todo comenzó con una pequeña embotelladora de refrescos en Morelos, donde un joven ingeniero decidió aprender desde abajo.
“No basta con tener dinero, hay que saber moverse y exprimirle hasta la última burbuja a cada oportunidad”, afirmó Slim.
El primer negocio de Carlos Slim, Jarritos del Sur, fue la chispa que encendió su filosofía empresarial. De aquel pequeño proyecto surgió el estilo que lo convertiría en uno de los empresarios más influyentes del mundo: ver valor donde otros solo ven dificultades.
